Son muchos los imprevistos que se pueden presentar en una comunidad de propietarios. Cuando este gasto no puede ser asumido por los fondos económicos de la comunidad es necesario que los vecinos realicen una aportación extraordinaria conocida como Derrama.
Una derrama es una “cuota extraordinaria que deben pagar los propietarios” para dotar a la comunidad de los fondos suficientes que le permitan hacer frente a un gasto puntual, no reflejado en la previsión de gastos. Esta cuota no suple la obligación de abonar el resto de cuotas ordinarias.
Hay multitud de imprevistos que pueden dar lugar al pago de una derrama, tales como la instalación o reparación del ascensor, impermeabilización de la cubierta del edificio, reparaciones de bajantes, etc.
¿Cómo y quién toma la decisión de aprobar una derrama?
Cualquier derrama debe ser aprobada por la Junta de Propietarios, normalmente en reunión extraordinaria. En cuanto a los votos necesarios para aprobarla, por regla general, es necesaria una mayoría simple de los presentes.
En dicha Junta se deberá informar a los vecinos de la situación que justifica esa necesidad y aportar los informes técnicos o presupuestos que fueran necesarios para tomar una decisión al respecto y fijar la cuantía de la derrama.
¿Quién tiene que pagar la derrama?
Cuando la Junta de Propietarios aprueba una derrama, la decisión vincula y obliga a su pago a todos los propietarios, incluso a aquellos que no votaron o lo hicieron en contra.
Los vecinos disconformes sólo podrán impugnar la decisión de la Junta por la vía judicial.
En el caso de que los vecinos “disconformes” no cumplan con la obligación de pagar la derrama se convertirán en morosos y la comunidad podrá acutar contra ellos poniendo en marcha el proceso monitorio que garantice el cobro de la cuota extra.
¿Derramas necesarias o previsibles?
Las derramas suelen producirse con demasiada frecuencia en el día a día de las comunidades de propietarios, incluso para cubrir partidas contempladas en el presupuesto, como puede ser el pago del seguro. Esto puede deberse a varias razones:
– A que no se cuente con los fondos suficientes (reserva o partida para imprevistos) para solventar el más mínimo gasto extraordinario.
– A que las cuotas ordinarias se fijen a la baja y ello imposibilite la disponibilidad de un remanente.
– A que se haga una previsión de gastos a la baja o a la ligera, ocasionando una mala gestión de la contabilidad de la comunidad.
En muchas ocasiones, los vecinos optan por tener cuotas ordinarias bajas con las que hacer frente a los gastos básicos y olvidan la importancia que tiene dejar un fondo de reserva que evite asumir una incómoda derrama.
Por eso, la figura del Administrador vuelve a tomar relevancia, ya que, por su formación y profesionalidad, está cualificado para realizar un estudio y análisis exhaustivo de la situación económica de la comunidad, elaborando una previsión de gastos real y un plan de mantenimiento que permita a la comunidad una estabilidad económica sin sobresaltos.
Además, contar con un buen seguro multirriesgo puede evitar la mayor parte de las derramas más cotidianas que se dan en el seno de una comunidad de propietarios.